Soy Sylvia
mi vida en un instante...
Toda mi vida he sido una buscadora, sobre todo desde la adolescencia, quería entender cómo funcionaba la mente y me hacía muchas preguntas existenciales. Empecé fijándome en los demás, cómo se movían, cómo reaccionaban, cómo se expresaban y cómo pensaban, hasta que me di cuenta que para conocer en profundidad a las personas necesitas conocerte primero a ti mismo y empecé un proceso terapéutico que duró seis años.
Mi búsqueda vital me ha llevado a otros países, a otros continentes, hacia otras culturas, otras filosofías y otras formas de ver la vida, más conectados con la tierra, con la naturaleza y con el espíritu. He conocido, estudiado y practicado otras filosofías como el budismo, otras medicinas como la tibetana y otras danzas como la africana.
Durante muchos años he trabajado en diferentes empresas, en departamentos de recursos humanos, lo que me ha permitido estar cerca de las personas, poder observarlas y aprender a extraer de ellas sus mayores potenciales.
En esos años, motivada en profundizar en el conocimiento de las personas, me formé en Terapia Gestalt, Psicología de los Eneatipos y Coaching con PNL, lo que me permitió tener mis propios pacientes y profundizar en un trabajo más individualizado.
la vida me paró
Y en este, mi camino, un buen día la vida me paró. Tras un despido, a los ocho meses me diagnosticaron un cáncer de mama y en ese instante todo mi mundo se vino abajo, el castillo de naipes se hizo añicos. Mi vida se paró en seco, justo cuando me estaba reinventando y empezando una nueva etapa, justo cuando me encontraba física y emocionalmente en mi mejor momento.
Ante mí se dibujó una nueva realidad totalmente desconocida y ajena a mí, una realidad que venía observando desde la barrera y que ahora me tocaba a mí de pleno. El primer mes fue muy angustioso, pruebas y más pruebas, acompañadas de una gran incertidumbre sobre el diagnóstico y lo que vendría después, recuerdo sobre todo el miedo y la angustia de esos días.
El tratamiento es arrollador como una apisonadora que arrasa con todo lo que encuentra por su paso, tu energía, tu vitalidad, tu cabello, tus uñas, tu gusto, no deja títere con cabeza. Momentos muy duros de dolor físico y fuerte malestar y esa sensación que te invade de impotencia que a veces se transformaba en rabia y otras en ganas de tirar la toalla, la soledad hacía su incursión, al igual que un gran sentimiento de abandono.
Tras ese shock inicial, me dije a mi misma, de esta vas a salir y lo vas a hacer tu misma, acompañando a tu cáncer a la puerta de salida, no luchando contra él, sino con él. Me di cuenta que tenía en mí unas maravillosas herramientas (de la terapia, del coaching, del reiki, del yoga, de la danza y de la nutrición entre otras) que había ido adquiriendo a la largo de todos estos años y empecé a sacarlas de mi gran baúl y se produjo la magia. Aparecieron la fuerza, la paciencia, la entereza, la calma, el positivismo, la ilusión, las ganas de vivir y de mirar hacia adelante viendo siempre la luz al final del túnel.
Y durante todos estos meses, he sentido que la que llevaba las riendas de mi proceso de sanación era yo.
volver a empezar
Vi cómo me levantaba de nuevo, me reinventaba y volvía a empezar, la enfermedad me ha dado esa fuerza para avanzar y seguir adelante con esperanza y nuevos proyectos.
Y estos nuevos proyectos os incluyen a vosotras. El haber pasado por este proceso de cáncer y todo lo que conlleva, sus altos y bajos, con dolor, con miedo, con impaciencia y un sinfín de cosas más y el haberlo sobrellevado con mucha entereza, con fuerza y una gran dosis de positivismo hace que os pueda acompañar desde otro lugar, el de la vivencia en primera línea de fuego.
Todo ello, con la ayuda de mi conocimiento de las personas, de sus necesidades, de sus anhelos y emociones.
Siento que este es mi propósito de vida y lo vi claro sentada en mi sillón del hospital de día. Mi deseo siempre fue ayudar a otros y aunque ya llevaba tiempo haciéndolo, la visión que tuve en la sala de quimio fue: no te puedes quedar con esto, con lo que estás experimentando y sobre todo cómo lo estás viviendo, no se puede quedar en un cajón, lo tienes que sacar a la luz y compartirlo con las mujeres que están pasando por lo mismo que tú pasaste, a las que tu propia experiencia puede ayudar y beneficiar.